sábado, 22 de febrero de 2014

El extranjero-Albert Camus


El libro es duro, al protagonista le es todo indiferente y eso nos lleva a seguirlo en una vida sin objetivos, sin sentido. No obstante, también, en contraposición, tenemos el “mundo real” donde hay que cumplir unos cánones establecidos, donde tenemos que tener determinados sentimientos, ¿qué es mejor? ¿qué es lo adecuado? ¿Mentimos para estar dentro de la sociedad? ¿Se convierte en nuestra verdad después de años de vivir en sociedad? ¿en eso consiste la educación?
Aunque conocía la existencia del libro, nunca me había llamado la atención. Durante su lectura he tenido algo de “angustia vital”, aún así es un libro que, más que engancharte por la historia, te engancha por lo que te hace pensar. Mario Vargas Llosa creo que lo transmite muy bien en el epílogo:

El extranjero, como otras buenas novelas, se adelantó a su época, anticipando la deprimente imagen de un hombre al que la libertad que ejercita no lo engrandece moral o culturalmente; más bien, lo desespiritualiza y priva de solidaridad, de entusiasmo, de ambición, y lo torna pasivo, rutinario e instintivo en un grado poco menos que animal.  

En otra parte del epílogo nos habla del momento en el que se escribió la novela, antes de la 2ª Guerra Mundial y que hoy. Compara las libertades de entonces, con las de ahora, pero ese ahora es 1988, en estos casi 25 años, las diferencias ¿son mayores aún o quizás nos estemos acercando de nuevo?

 

sábado, 8 de febrero de 2014


Lorenzo Silva, El blog del Inquisidor.
 
Siempre que he leído algo de Lorenzo Silva me ha gustado, o al menos así lo recuerdo. Hacía mucho tiempo que no leía ninguno de sus libros y el año pasado cayó en mis manos su premio Planeta y hace poco, en la biblioteca pasé por la S y allí estaba: “El blog del inquisidor”, un libro del que nunca había oído hablar. Ya en casa, me costó un poco empezarlo, había otros que se adelantaron en la lista, pero finalmente le llegó su oportunidad. Al principio no me pareció que fuera de los que enganchan, incluso pensé que me costaría leérmelo, pero poco a poco cambió mi impresión sobre él. Me ha gustado mucho.
Combina las nuevas tecnologías con historia de la época de la inquisición. El libro comienza con algunas entradas de un blog sobre la inquisición, pero que no continúa. Una lectora se siente muy intrigada al respecto y quiere averiguar más sobre el autor y sobre el fondo de la historia. Finalmente, aunque con dificultades, quizás por la forma de ser del autor del blog, mantienen una ciber-relación que es el grueso de la historia que nos cuenta Silva. En el libro leemos las transcripciones de sus conversaciones por chat a la vez que vamos adentrándonos en el conocimiento sobre la inquisición española, aunque más específicamente sobre momentos puntuales de la misma, incluso tenemos transcripciones de los juicios en documentos de aquella época. Lo nuevo, lo antiguo muy bien enlazado.
También tenemos en el libro las historias personales de los 2 protagonistas, cada una contada de forma distinta: la de ella, claramente y sin rodeos, la de él intentando no contarla realmente, aunque dando a entender bastante a través de la historia de otros. Para mi es una de las partes que más me ha llamado la atención.
El final, aunque está bien, es quizás demasiado rápido para mi gusto, aunque es una forma muy apropiada de acabar la historia y desde luego, no es la forma que te esperas.
Hay una parte, pequeña, que se desarrolla en Berlín. No la conozco y apenas he visto películas que se desarrollen allí, quizás por eso me ha recordado a una que vi este verano de Billy Wilder: Uno, dos, tres. El argumento no está relacionado, pero así son las asociaciones que realizamos inconscientemente.
Totalmente recomendable.
Y algunas frases o párrafos para recordar:
 
Podríamos discutir qué sentido tiene contar una historia: mal mirado no es más que gastar o perder el tiempo, limitado, que podemos destinar a vivir. Pero el hecho es que las contamos, y dejamos que nos las cuenten, una y otra vez; y ya que este acto parece resultarnos ineludible, debemos encontrar la manera de hacerlo provechoso. Como consumidores de historias, escoger aquellas que nos enriquezcan, por estimulantes, por emocionantes, por iluminadoras. Como narradores, contar aquellas que podamos enriquecer, y con las que podamos enriquecer a los demás y a nosotros mismos.
  
…aquello que advirtiera hace siglos Ovidio, y que Cervantes cita en el prólogo a la primera del Quijote: en tanto repartas dicha, contarás muchos amigos; cuando el horizonte se nuble, estarás solo.
 
La tarea de volver a ponerse en pie es siempre solitaria.
 
…la mujer es la casa, y es bueno tener una casa.
 
 
         En realidad, El blog del Inquisidor es dos novelas en una. La primera novela recrea una historia real del siglo XVII, el proceso de la Inquisición contra las monjas benedictinas del convento de la Encarnación o de San Plácido, en Madrid, pero no al modo de la novela histórica convencional (y menos al de ese remedo del género que ha proliferado en los últimos tiempos). La segunda novela está protagonizada por dos personajes contemporáneos (un hombre y una mujer), que se encuentran en el espacio virtual y empiezan a conversar a propósito de la historia de aquellas monjas, pero que al final acaban hablando de ellos mismos: de sus secretos, sus culpas, sus miedos, sus fortalezas. La figura de Teresa Valle de la Cerda, la joven priora de San Plácido (que después de ser condenada por el Santo Oficio en primera instancia logró que la absolviera el Consejo Supremo tras presentar un extenso alegato, conservado en la Biblioteca Nacional), se convierte para ambos interlocutores virtuales en un símbolo del espíritu de lucha y de la capacidad de resurgimiento de los seres humanos, aunque cada uno de ellos la ve y la entiende a su peculiar manera.
          Más de 20 años llevaba la historia de Teresa Valle en mi cabeza, desde que supe de su caso y de la excepcional defensa que había hecho de su inocencia ante el más temido tribunal de su tiempo. Finalmente encontré el modo de contarla olvidándome de las viejas estructuras lineales y sirviéndome de los esquemas narrativos y de los soportes de comunicación interpersonal surgidos en la red: blogs, chats, correo electrónico, etcétera. Todo ello convierte a El blog del Inquisidor en una suerte de novela epistolar del siglo XXI. Un diálogo entre un hombre y una mujer que viven separados por miles de kilómetros, que pertenecen a culturas distintas y que ni siquiera se conocen, y de ambos con los fantasmas de una historia acaecida cuatro siglos atrás. Todas esas lejanías quedan abolidas en ese no-lugar y no-tiempo de la Red, para mostrar que a despecho de kilómetros y siglos, estamos hechos del mismo barro.